jueves, 4 de febrero de 2010

jueves 4 de febrero de 2010
¿Cómo nos servimos unos a otros en una Iglesia global heterogénea que debe ser lugar de comunión y ayuda mutua?

A esta pregunta, situada dentro de lo que se está llamando Debate global de CT2010 (Capetown, Movimiento Lausana), se está contestando a través de interesantes artículos publicados en Protestante Digital, que si bien podemos no estar de acuerdo con la totalidad del contenido de alguno de ellos, nos podemos quedar con no pocas de sus afirmaciones cuando hablamos acerca de lo que entendemos por trabajar juntos dentro de la misión de Dios. ¿Deberíamos asustarnos cuando leemos: "La Iglesia, ¿una mesa familiar muy heterogénea?". De todo lo que hemos ido leyendo, nos podemos quedar con esos puntos básicos que como cristianos deberíamos tener bastante claros, o por lo menos estar trabajando en ello, para poder comer en paz en esa mesa que nos presenta un abanico de posibilidades.

En primer lugar, como dice uno de los autores, lo importante es saber quién es Dios y lo que quiere que seamos. Y que debemos tener claro que nosotros no hacemos la Misión, la iniciativa no es nuestra, no depende de nuestro cumplimiento, nosotros vivimos en la Misión de Dios. La misión es la vida en Dios. Y que en la Misión no actuamos para conseguir lo que el mundo llama buenos resultados, que es más importante la gente que Dios pone en tu camino. Y que el objetivo de relacionarnos es que nuestras vidas y la de los demás se vayan pareciendo más a la de Jesús. Esto implica conocernos más profundamente, estar dispuestos al sacrificio, a la ayuda mutua, y, como decía otro, concedernos el beneficio de la duda, respeto, perseverancia o resistencia cuando las cosas se ponen duras.

Si decidimos relacionarnos para construir algo, entendemos, esto no va a depender de si somos ricos o pobres, o de las culturas, o de las nacionalidades, o de las razas... Como dice la filipina Ruth Callanta, "es una cuestión de corazón... estamos en nombre de los planes de Dios. ... Te conviertes en un sirviente... sirviente líder... sirviente líder visionario, pero no para obtener resultados... Para ser sirviente de Dios y de la comunidad... tu nombre único es el de Jesús...".

En un mundo globalizado, como el de hoy, se acentúan las barreras económicas, raciales, religiosas, etc., haciendo difícil la convivencia, el subsistir diario; pues estás en medio de una sociedad cambiante, donde los cambios nos exigen adaptarnos a modelos que no se ajustan a los nuestros, que, como decíamos anteriormente, tienen como directriz el vivir en la misión de Dios.

Parece fácil dentro de una perspectiva cristiana, de discípulos de Jesús. Sin embargo, oímos voces que también dicen, por experiencia, que "no llegamos a ninguna parte porque no conseguimos conocernos unos a otros como hermanos. El mundo quiere ver de los testigos del Evangelio, no es lo que hacen. Jesús dijo: Por eso todos conocerán que sois mis discípulos, porque os amáis unos a otros".

También podemos resaltar la voz que dice que construir es responsabilidad de todos. Y que somos co-iguales, co-creadores; y que somos llamados a ser siervos juntos.

Las piezas del puzzle están sobre la mesa desde que oímos el Sígueme y vamos detrás, arrastrándonos a veces, pero vamos, lamiendo el polvo si es preciso, pero vamos... Conseguir que todas encajen cuesta, pero vamos, que no es poco...













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