sábado, 11 de enero de 2014

LOS TALENTOS





En la parábola de los talentos vemos cómo un hombre dota de unos bienes (talentos) a cada uno de sus siervos, según la capacidad de cada uno. Y así es Dios; no te va a pedir más de lo que tienes pues conoce tus límites. Dos de estos hombres conscientes de lo que recibían no esconden sus talentos, sino que los invierten para obtener rentabilidad. El tercer hombre tiene miedo y por ello lo esconde para no perderlo. Eso nos puede pasar a ti y a mí con nuestros talentos. A veces el miedo a perder, hacer el ridículo, parecer orgullosos, nos hace desistir, paralizarnos… La verdad es que de nada sirve un talento si no es para hacer bien. Si no va acompañado de pasión, de espíritu de lucha, de perseverancia, de agilidad.

Muchas veces, Dios no medirá nuestros logros en productividad, mas sí en fidelidad. Y nos dirá que en lo mucho o en lo poco hemos sido fieles o infieles.  Diligentes o negligentes en el día a día de nuestra vida en Su Reino, que ya está aquí y ahora y que luego será en toda su plenitud. Y mientras esperamos, Dios nos llama a servirle. ¡Qué privilegio y honor! No hemos hecho nada para merecer este regalo pero Él nos valora. ¿Cuál es nuestra respuesta a tanta consideración? ¿Somos diligentes al servirle? ¿Lo hago buscando la excelencia haciendo todo como para Él y no para los hombres? 

Empecemos el año reflexionando cómo estamos ejerciendo nuestros respectivos ministerios, dentro o fuera de la iglesia. Si hemos caído en la rutina, el cansancio. Si hemos perdido la pasión.  Reflexionemos…  Tal vez estamos malgastando nuestros talentos o los estamos invirtiendo en el lugar equivocado.


Asumamos nuestras responsabilidades que se nos ha dado según nuestras capacidades. Seamos siervos útiles; vivamos con gozo nuestro papel en el Reino.



Tejares, 1 de enero de 2014















Imprimir





0 comentarios:

Publicar un comentario