domingo, 20 de enero de 2013

SEMANA UNIDA DE ORACIÓN 2013

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Temas presentados:

Domingo 13: Caminar con Dios-Porque Él se humilló a sí mismo
Lunes 14: Caminar con Dios-Porque Él nos llama
Martes 15: Caminar con Dios-Porque Él nos ama
Miércoles 16: Caminar con Dios-Porque Él nos hace libres
Jueves 17: Caminar con Dios-Porque Él nos une
Viernes 18: Caminar con Dios-Porque Él supera las fronteras
Sábado 19: Caminar con Dios-Porque Él desea justicia
Domingo 20: Caminar con Dios-Porque Él nos da gozo

Como en años anteriores, las iglesias de Calle Volta y Pº de la Estación de Salamanca se unieron para orar. Es una iniciativa más de las que ya realizan de forma conjunta.



Importantes temas para los que queremos ser luz en medio de esta generación. Reconocer la soberanía de Dios, alabarle, dejarnos transformar por Él. Darle a conocer, ser sal y luz. No pasar de largo ante las necesidades de los demás. Interesarnos por liberarnos de nuestra propia esclavitud y la de los otros, pues son muchas las cadenas que nos atan. Abogar por una mesa donde puedan sentarse los judíos y gentiles de esta época, donde puedan destruirse las fronteras que nos separan. Terminar con las relaciones incómodas dentro del propio Cuerpo de Cristo. Coexistir de forma pacífica. Pedirle para que nos haga vivir un cristianismo con gozo; seamos agradecidos y busquemos el camino…

Destacado ha sido el asunto de la unidad en el cuerpo de Cristo. Leyendo el folleto que en fotocopia tenemos en nuestras manos, podemos leer la palabra unidad en cada rincón, o “Cuerpo de Cristo”, “aproximarnos a los demás”… “superar diferencias y discrepancias”, “juntos en la mesa del Señor”…
El viernes fue como unir todas estas frases y verlas juntas a través de la historia de Rut, la moabita y nuera de Noemí; sí, la del nombre placentero que por un momento se vuelve amargo como las aguas de Mara. Y también la de la mujer cananea, que se relata en Mateo 15.21-28.
Rut tenía muchas ganas de integrarse, se lee en el texto de la Alianza. “Dondequiera que tú vayas, iré yo… tu pueblo será mi pueblo… (Rut 1.16), dice ella insistentemente y con sinceridad. Quiere acogerse bajo las alas del Dios de los judíos, enemistados con los moabitas, su pueblo. Quiere trascender las fronteras de la separación y la falta de entendimiento. Esto nos lleva a preguntarnos si la fe en un mismo Dios debería ser suficiente para construir la unidad del Reino en nuestros corazones, hogares y lugares de culto.

En el mensaje expuesto esa noche por un hermano de calle Volta, se resaltó la gran fe y humildad de esas dos mujeres extranjeras a la hora de superar barreras hasta obtener la bendición de Dios. Ella y su suegra tienen que enfrentarse a las barreras sociales, económicas y políticas de la época que podían ser excusas para apartarse de Dios. Vemos cómo al final de tener un futuro nada alentador, Rut se transforma en una mujer integrada en el pueblo de Israel, en persona de renombre. Con un lugar privilegiado en la genealogía de Jesús.

No menos ejemplar es la actitud de la mujer cananea ante la aparente indiferencia de Jesús y de los discípulos que actúan según su conveniencia. Ella podía ser rechazada por los judíos por ser extranjera, pero Jesús no rechaza a nadie, más bien rompe las barreras humanas. Y alaba su fe. Muestra compasión, admira las cualidades de esta mujer superando las diferencias, las barreras sociales. Admira su sinceridad, humildad y valentía.

El sábado, en Paseo de la Estación, se habló de la Justicia de Dios, y de su amor. También de las características prácticas de llevar una vida justa. Algo que puede impactar en las sociedades donde esto no está de moda, tal como sucedía en la antigüedad. ¿Quién se preocupaba por los extranjeros, viudas y huérfanos? Sólo el Dios de Israel había pedido a su pueblo escogido un compromiso de justicia y compromiso con el prójimo.

Porque les dijo Moisés:

“Mirad, os he enseñado las normas y preceptos como me mandó el Señor, mi Dios, para que los pongáis en práctica en la tierra donde vais a entrar para tomar posesión de ella. Obedecedlos puntualmente, y así demostraréis a los demás pueblos lo sabios y prudentes que sois. Cuando oigan hablar de vuestras leyes, dirán: ‘Qué sabiduría y sensatez tiene esa gran nación’. ¿Existe acaso alguna nación tan grande que tenga dioses tan cercanos a ellos como lo está de nosotros el Señor, nuestro Dios, cada vez que lo invocamos? Y ¿qué nación hay tan grande cuyos preceptos y normas sean tan justas como toda esta ley que yo os promulgo hoy? Pero ten cuidado, no permitas que se te olviden las cosas que han visto tus ojos ni dejes que se aparten de tu memoria en todos los días de tu vida; cuéntaselas a tus hijos y a tus nietos”.












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