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Temas
presentados:
Domingo 13:
Caminar con Dios-Porque Él se humilló a sí mismo
Lunes 14:
Caminar con Dios-Porque Él nos llama
Martes 15:
Caminar con Dios-Porque Él nos ama
Miércoles 16:
Caminar con Dios-Porque Él nos hace libres
Jueves 17:
Caminar con Dios-Porque Él nos une
Viernes 18:
Caminar con Dios-Porque Él supera las fronteras
Sábado 19:
Caminar con Dios-Porque Él desea justicia
Domingo 20:
Caminar con Dios-Porque Él nos da gozo
Como en años
anteriores, las iglesias de Calle Volta y Pº de la Estación de Salamanca se
unieron para orar. Es una iniciativa más de las que ya realizan de forma
conjunta.
Importantes
temas para los que queremos ser luz en medio de esta generación. Reconocer la
soberanía de Dios, alabarle, dejarnos transformar por Él. Darle a conocer, ser
sal y luz. No pasar de largo ante las necesidades de los demás. Interesarnos por
liberarnos de nuestra propia esclavitud y la de los otros, pues son muchas las
cadenas que nos atan. Abogar por una mesa donde puedan sentarse los judíos y
gentiles de esta época, donde puedan destruirse las fronteras que nos separan.
Terminar con las relaciones incómodas dentro del propio Cuerpo de Cristo.
Coexistir de forma pacífica. Pedirle para que nos haga vivir un cristianismo con
gozo; seamos agradecidos y busquemos el camino…
Destacado ha
sido el asunto de la unidad en el cuerpo de Cristo. Leyendo el folleto que en
fotocopia tenemos en nuestras manos, podemos leer la palabra unidad en cada
rincón, o “Cuerpo de Cristo”, “aproximarnos a los demás”… “superar diferencias y
discrepancias”, “juntos en la mesa del Señor”…
El viernes fue
como unir todas estas frases y verlas juntas a través de la historia de Rut, la
moabita y nuera de Noemí; sí, la del nombre placentero que por un momento se
vuelve amargo como las aguas de Mara. Y también la de la mujer cananea, que se
relata en Mateo 15.21-28.
Rut tenía muchas
ganas de integrarse, se lee en el texto de la Alianza. “Dondequiera que tú
vayas, iré yo… tu pueblo será mi pueblo… (Rut 1.16), dice ella insistentemente y
con sinceridad. Quiere acogerse bajo las alas del Dios de los judíos,
enemistados con los moabitas, su pueblo. Quiere trascender las fronteras de la
separación y la falta de entendimiento. Esto nos lleva a preguntarnos si la fe
en un mismo Dios debería ser suficiente para construir la unidad del Reino en
nuestros corazones, hogares y lugares de culto.
En el mensaje
expuesto esa noche por un hermano de calle Volta, se resaltó la gran fe y
humildad de esas dos mujeres extranjeras a la hora de superar barreras hasta
obtener la bendición de Dios. Ella y su suegra tienen que enfrentarse a las
barreras sociales, económicas y políticas de la época que podían ser excusas
para apartarse de Dios. Vemos cómo al final de tener un futuro nada alentador,
Rut se transforma en una mujer integrada en el pueblo de Israel, en persona de
renombre. Con un lugar privilegiado en la genealogía de
Jesús.
No menos
ejemplar es la actitud de la mujer cananea ante la aparente indiferencia de
Jesús y de los discípulos que actúan según su conveniencia. Ella podía ser
rechazada por los judíos por ser extranjera, pero Jesús no rechaza a nadie, más
bien rompe las barreras humanas. Y alaba su fe. Muestra compasión, admira las
cualidades de esta mujer superando las diferencias, las barreras sociales.
Admira su sinceridad, humildad y valentía.
El sábado, en
Paseo de la Estación, se habló de la Justicia de Dios, y de su amor. También de
las características prácticas de llevar una vida justa. Algo que puede impactar
en las sociedades donde esto no está de moda, tal como sucedía en la antigüedad.
¿Quién se preocupaba por los extranjeros, viudas y huérfanos? Sólo el Dios de
Israel había pedido a su pueblo escogido un compromiso de justicia y compromiso
con el prójimo.
Porque les dijo
Moisés:
“Mirad, os he
enseñado las normas y preceptos como me mandó el Señor, mi Dios, para que los
pongáis en práctica en la tierra donde vais a entrar para tomar posesión de
ella. Obedecedlos puntualmente, y así demostraréis a los demás pueblos lo sabios
y prudentes que sois. Cuando oigan hablar de vuestras leyes, dirán: ‘Qué
sabiduría y sensatez tiene esa gran nación’. ¿Existe acaso alguna nación tan
grande que tenga dioses tan cercanos a ellos como lo está de nosotros el Señor,
nuestro Dios, cada vez que lo invocamos? Y ¿qué nación hay tan grande cuyos
preceptos y normas sean tan justas como toda esta ley que yo os promulgo hoy?
Pero ten cuidado, no permitas que se te olviden las cosas que han visto tus ojos
ni dejes que se aparten de tu memoria en todos los días de tu vida; cuéntaselas
a tus hijos y a tus nietos”.
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