Autores: Miguel J. Wickham Redman y Pablo-Terence Wickham Ferrier
Prólogo de René Padilla
Sí,
se empieza a tomar conciencia de lo peligrosos que pueden ser los
desequilibrios ecológicos para nuestra supervivencia. Los cristianos empiezan a
buscar las causas y consecuencias de los mismos en la Biblia. Incluso se buscan
a la luz de la Palabra posible soluciones para paliar esta situación.
Dicen
los autores que las personas se hacen preguntas sobre quiénes son los culpables
del deterioro medio ambiental, tales como: Si es una gran conspiración de la
izquierda, los rojos, que se disfrazan de verdes intentando minar el sistema
liberal económico predominante… O si tienen razón los escépticos que es una
gran conspiración para beneficiar la industria verde. O si es resultado de la
intervención humana o resultado de causas naturales.
¿Dónde
está la verdad? Informes de la NASA de
enero de 2011 parecen confirmar que el calentamiento es verdadero y que podemos
ver sus efectos. En el libro nos muestran gráficos y datos para afirmar que
“nunca el nivel de CO2 ha sido tan alto en los últimos 650.000 años”.
Y
mientras seguimos leyendo, nos encontramos con la opinión de los científicos
que dicen que nunca antes la humanidad se ha enfrentado con una crisis
ambiental de la magnitud del cambio climático y que la temperatura media de la superficie
terrestre ya ha subido más de 0,74 ºC entre 1906 y 2005, y sigue subiendo.
Es
alarmante ver cómo el debate continúa y no se llegan a acuerdos; más bien
continúa la resistencia de los Estados Unidos a limitar y reducir las emisiones
de gases. Gracias a este país, el protocolo de Kyoto, donde los países
firmantes se comprometieron a reducir la emisión de sus gases hasta los niveles
de 1990, como dicen los autores, “se ha quedado cojo”.
¿Qué
hacer? Contundente es la afirmación de los autores al decir: “Esperamos que
este libro despierte una nueva conciencia, especialmente en los jóvenes. Los
mayores no hemos dado importancia al mandato de mayordomía que nos ha sido
encomendado”.
Se
dedica un capítulo a establecer una base bíblica sobre la responsabilidad
cristiana sobre la Creación con respecto a la crisis ecológica.
Y
es que en Génesis 1:28 dice: Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad
y multiplicaos; llenad la tierra y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar,
en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la
tierra. Pero nos preguntamos si el hombre ha entendido bien que lo que
Dios le dijo fue que fuéramos buenos administradores de lo que él daba, que
podíamos hacer buen uso de todo, pero que no éramos los dueños y que teníamos
que cuidar muy mucho de lo que se nos entregaba.
Cuando
leemos datos de las consecuencias del calentamiento acelerado de la temperatura
de la tierra como cambios en las estaciones, deshielo de los glaciares,
desaparición del hielo polar, incremento de las epidemias e incendios
forestales, etc., nos damos cuenta de que el hombre no ha cumplido exactamente
lo que Dios le pidió.
Además,
entendemos a la luz de lo que nos dicen los autores, que la avaricia del hombre
ha generado consecuencias nefastas en el ámbito económico y social.
Equivocadamente ha pensado y defendido que es el progreso económico lo que
garantiza el bienestar de los seres humanos.
Algunos
estudiosos destacados piensan que el cristianismo es el causante del problema
generador de una actitud equivocada hacia el medioambiente. Como leemos en el
libro, se admite que en parte tienen razón en estas acusaciones, si por cristianismo
entendemos la cristiandad en general, siempre demasiado aliada con el poder secular y los intereses económicos
prevalecientes, pero que no es justo plantear este asunto de manera tan
radical.
En realidad, la culpa no es del cristianismo
sino de la inadecuada interpretación de la Palabra. Lo que ha pasado como dicen
los autores es que nos hemos distanciado de la responsabilidad que Dios nos dio
en Génesis 1.
Si
bien todo el problema empezó con la caída del hombre, la solución de ello debía darse por una
restauración del mismo, lo cual se hizo por medio de un segundo Adán:
Jesucristo. Como nos dicen: “Ningún otro
ser humano ha tenido una relación tan perfecta con la Creación, tanto con los
animales y plantas como con los hombres, entre los cuales se movía con una
naturalidad, una sencillez y un amor que nos conmueven”. “Sus intervenciones
milagrosas, atestiguadas en los Evangelios, muestran su poder sobre la creación
para calmar tempestades, multiplicar vino, panes y peces, y sanar cuerpos y mentes.
Demostró asimismo, su cuidado por las cosas pequeñas: las florecillas del
campo, que duran un solo día, los gorriones, las aves y sus crías, etc.”.
Todo
esto contradice la postura de algunos cristianos que, sobrecogidos por las
críticas o por la apatía, no encuentran ninguna respuesta en la Biblia.
Pero
hay un despertar y lo vemos materializado en este libro que en sus cinco
capítulos nos revelan información científica así como bases bíblicas para
hacernos ver que somos responsables de la Creación y de todo lo que está
pasando con ésta. Estamos implicados. Por ello, también los autores nos llevan
a reflexionar acerca de cómo llevar un estilo de vida acorde con todo lo que
Dios nos enseña a la luz de su Palabra.
Ha sido de provecho recibir y leer este libro. Y manual, ¿por qué no?
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